El sábado día 26 decidimos ir al Castillo de Praga, pesa a los sucesivos incendios e invasiones, ha conservado sus iglesias, capillas, salas y torres de cada periodo de su historia, desde el gótico de la Catedral de San Vito, hasta las ampliaciones renacentistas de Rodolfo II, último Habsburgo que utilizó el castillo como residencia principal, los patios se reconstruyeron en estilo barroco tardío y neoclásico. El Castillo se convirtió en residencia del presidente de la república checa en 1918.
De los monumentos recomendados: Catedral de San Vito, Palacio Real, Basílica y convento de San Jorge y Callejón de Oro, solo visitamos los 3 primeros, pues el callejón de Oro, calle con pintorescas casitas de artesanos que bordean el muro interior del Castillo, que fueron construídas a finales del siglo XVI para los guardas y artilleros del castillo, después la habitaron, magos, científicos y alquimistas de la corte, muy apreciados por el soberano, a principios del siglo XX, escritores y artistas pusieron de moda el lugar; en el nº22, trabajó Kafka, actualmente las casitas está, ocupadas por tiendas, fué imposible de visitar pues la calle estaba en obras. El convento alberga un museo que no visitamos pues la entrada que compramos no lo incluía.
Lo curioso de las entradas era que había varios precios según lo que quisieras visitar, pero además en una de las tarifas te incluían la audioguía que además de para enterarte de la explicación, te permitía entrar (2 personas por cada audioguía) en la Catedral de San Vito por la salida y ahorrarte 1 hora de cola por la entrada normal (¡y encima al sol!).
Cuando terminamos la visita, fuimos a coger el tranvia paseando por los jardines del Castillo, de allí hasta Malostranké Namestí, para buscar donde comer, al final acabamos en en la calle impresionante calle Nerudova en un restaurante llamado U Zlaté Podkovy, so bre su entrada un magnífico blasón representa a San Venceslao, patrón de Bohemia, a caballo. Tiene un patio en el interior con algunas mesas, donde comimos, su cocina es de inspiracion austriaca.
Nos pedimos 1 primero cada uno a compartir en plan picoteo y el segundo fue otro intento de comer un buen codillo, tambien a compartir. Los primeros: un ensalada variada, sin mayor trascendencia, unos arenques ahumados muy buenos, pate casero con mermelada de arándanos,, también muy buena la mezcla, tostas con sofrito de carne, que a mi no me gustó mucho, sobre todo porque estaba servido sobre pan de molde tostado, seguramente si lo hubieran puesto sobre el pan moreno con semillas que nos sirvieron en la panera, habría ganado mucho, y el codillo, que esta vez, además de lo de siempre (rabano picante, mostaza, guindillas y cebollitas), llevaba salsa, pero tampoco nos convenció pues la piel no estaba crujiente y costaba cortarlo, para quitarnos la decepción del codillo, nos pedimos de postre para compartir, un strudel de manzana y unas tortitas con arándanos y mascarpone.
Con la solana que caía intentamos visitar la iglesia de Loreto, pero cuando llegamos ya habían cerrado, visitar cosas por la tarde es bastante dificil, pues los horarios son europeos y esta iglesia cerraba a las 16,30, con lo cual decidimos dejar la visita de iglesias para otro momento y bajar a ver el puente Karluv Most (Puente de Carlos IV).
Es uno de los monumentos más célebres de Praga, que comunica la Ciudad Vieja con Malá Strana, aunque actualmente es peatonal, en su tiempo podía dar paso a cuatro carruajes en linea. Hoy día, muchas de las estatuas que alberga son copias, las originales se conservan en el Lapidarium del Museo Nacional. A continuación del puente en la Ciudad Vieja está la calle Karlova, por la que paseamos, para al final dirigir nuestros pasos a Nové Mesto (Ciudad Nueva) y al Teatro Nacional (Narodni Divadlo), donde acabamos entrando en Nova Scéna (el Nuevo Teatro Nacional), a ver una obra de la Linterna Mágica titulada Graffitti y asi dar un reposo a nuestros pies.
Despues del Teatro cogimos el metro y nos fuimos a cenar por la calle Seifertova, buscando un lugar llamado, Pod Viktorkou, que prometía cocína tradicional pero "fina", pero cuando llegamos el lugar había pasado a ser una pizzería, como por el camino vimos otro que tenía buena pinta, llamado Uctenka, decidímos dejar la pizzeria, la verdad es que fue todo un acierto, pues comimos bien y barato (unos 32 €, los 4)
Nos pedimos 2 ensaladas iguales, porque la que nos gustaba, ponía que era pequeña, pero en realidad era bastante grande, para mi gusto llevaba demasiado pimiento, además pedimos unas berenjenas rebozadas con almendras, muy buenas, por cierto y como segundo 2 raciones de alitas de pollo adobadas y un steak tartare, que teníamos que preparar nosotros mismos, la verdad es que nos sorprendió , sobre todo por la relación calidad-precio.
De los monumentos recomendados: Catedral de San Vito, Palacio Real, Basílica y convento de San Jorge y Callejón de Oro, solo visitamos los 3 primeros, pues el callejón de Oro, calle con pintorescas casitas de artesanos que bordean el muro interior del Castillo, que fueron construídas a finales del siglo XVI para los guardas y artilleros del castillo, después la habitaron, magos, científicos y alquimistas de la corte, muy apreciados por el soberano, a principios del siglo XX, escritores y artistas pusieron de moda el lugar; en el nº22, trabajó Kafka, actualmente las casitas está, ocupadas por tiendas, fué imposible de visitar pues la calle estaba en obras. El convento alberga un museo que no visitamos pues la entrada que compramos no lo incluía.
Lo curioso de las entradas era que había varios precios según lo que quisieras visitar, pero además en una de las tarifas te incluían la audioguía que además de para enterarte de la explicación, te permitía entrar (2 personas por cada audioguía) en la Catedral de San Vito por la salida y ahorrarte 1 hora de cola por la entrada normal (¡y encima al sol!).
Cuando terminamos la visita, fuimos a coger el tranvia paseando por los jardines del Castillo, de allí hasta Malostranké Namestí, para buscar donde comer, al final acabamos en en la calle impresionante calle Nerudova en un restaurante llamado U Zlaté Podkovy, so bre su entrada un magnífico blasón representa a San Venceslao, patrón de Bohemia, a caballo. Tiene un patio en el interior con algunas mesas, donde comimos, su cocina es de inspiracion austriaca.
Nos pedimos 1 primero cada uno a compartir en plan picoteo y el segundo fue otro intento de comer un buen codillo, tambien a compartir. Los primeros: un ensalada variada, sin mayor trascendencia, unos arenques ahumados muy buenos, pate casero con mermelada de arándanos,, también muy buena la mezcla, tostas con sofrito de carne, que a mi no me gustó mucho, sobre todo porque estaba servido sobre pan de molde tostado, seguramente si lo hubieran puesto sobre el pan moreno con semillas que nos sirvieron en la panera, habría ganado mucho, y el codillo, que esta vez, además de lo de siempre (rabano picante, mostaza, guindillas y cebollitas), llevaba salsa, pero tampoco nos convenció pues la piel no estaba crujiente y costaba cortarlo, para quitarnos la decepción del codillo, nos pedimos de postre para compartir, un strudel de manzana y unas tortitas con arándanos y mascarpone.
Con la solana que caía intentamos visitar la iglesia de Loreto, pero cuando llegamos ya habían cerrado, visitar cosas por la tarde es bastante dificil, pues los horarios son europeos y esta iglesia cerraba a las 16,30, con lo cual decidimos dejar la visita de iglesias para otro momento y bajar a ver el puente Karluv Most (Puente de Carlos IV).
Es uno de los monumentos más célebres de Praga, que comunica la Ciudad Vieja con Malá Strana, aunque actualmente es peatonal, en su tiempo podía dar paso a cuatro carruajes en linea. Hoy día, muchas de las estatuas que alberga son copias, las originales se conservan en el Lapidarium del Museo Nacional. A continuación del puente en la Ciudad Vieja está la calle Karlova, por la que paseamos, para al final dirigir nuestros pasos a Nové Mesto (Ciudad Nueva) y al Teatro Nacional (Narodni Divadlo), donde acabamos entrando en Nova Scéna (el Nuevo Teatro Nacional), a ver una obra de la Linterna Mágica titulada Graffitti y asi dar un reposo a nuestros pies.
Despues del Teatro cogimos el metro y nos fuimos a cenar por la calle Seifertova, buscando un lugar llamado, Pod Viktorkou, que prometía cocína tradicional pero "fina", pero cuando llegamos el lugar había pasado a ser una pizzería, como por el camino vimos otro que tenía buena pinta, llamado Uctenka, decidímos dejar la pizzeria, la verdad es que fue todo un acierto, pues comimos bien y barato (unos 32 €, los 4)
Nos pedimos 2 ensaladas iguales, porque la que nos gustaba, ponía que era pequeña, pero en realidad era bastante grande, para mi gusto llevaba demasiado pimiento, además pedimos unas berenjenas rebozadas con almendras, muy buenas, por cierto y como segundo 2 raciones de alitas de pollo adobadas y un steak tartare, que teníamos que preparar nosotros mismos, la verdad es que nos sorprendió , sobre todo por la relación calidad-precio.
1 comentario:
Praha es una ciudad fabulosa, y con una cerveza espectacular
Besos
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