Recapte se refiere a todo aquella que se recogía del campo y así se hacía este plato típico para poder comerlo sin plato tan a gusto a cualquier hora.
Yo esta vez he usado una masa precocinada lowcarb que compré en un super de Francia, la última vez que estuvimos a principio de mes.
Para la masa:
1/2 vaso de agua
harina de trigo necesaria
aceite de oliva virgen extra
Para el relleno:
1 berenjena grande
1 pimiento
1 cebolla
butifarra y panceta
atún en aceite y anchoas
sal y pimienta
aceite
Empezar asando la cebolla, el pimiento y las berenjena. Yo la berenjena la he hecho a la llama de gas (como la hacía mi suegra) y el pimiento y la cebolla en el microondas unos 10 minutos, pueden hacerse también a la plancha o al horno. Cuando estén asados, dejar enfriar un poco, limpiar y cortar a tiras.
Mientras tanto, iremos preparar la masa.
En un bol poner el agua templada, un buen chorrito de aceite, sal e ir echando harina hasta conseguir una masa pastosa que ya no se puede remover con cuchara. Poner harina en la encimera y echar la masa. Ir amasando mientras admita harina. Cortar la masa en 3-4 porciones y amasar uno a uno. Dejar reposar la masa unos 10-15 minutos tapada con un paño de cocina.
Luego, extenderlos uno a uno con el rodillo y sin volver a amasarlo, sólo estirar sobre la superficie de trabajo cubierta ligeramente de harina. Yo hoy he usado esta masa "precocinada" lowcarb.
Forrar la bandeja de horno con papel de horno y colocar las cocas.
Distribuir las tiras de cebolla, pimiento y berenjena; colocar unas montañitas de atún o bien trozos de bacon y/o longaniza. Esto va al gusto de cada uno.
La tradicional lleva arenque, pero con atún se come más fácil porque no hay que limpiar la espina, (yo cuando la saco del horno añado unas anchoas.
Regar con aceite de oliva y añadir sal y pimienta.
Meter la bandeja en el horno previamente precalentado a 220º C a media altura, con fuego arriba y abajo, y hornear unos 20 minutos. Si va demasiado rápido bajar la temperatura y si el aceite no burbujea subirla. Esto hay que ir controlándolo porque cada horno es un mundo.
Cuando se ven ya doraditas, pueden sacarse y una vez templadas ya se pueden comer. Es un de los mejores placeres comerlas recién hechas y crujientes.
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