Para empezar no había mesas, si no un mostrador como cuando hacen sushi de cara al público, pero con una plancha de asar (¡por si teníamos frío!), porque encima fue el único restaurante de los que fuimos que tenía el aire acondicionado estropeado.
El menu era bastante estandar y la única variante era el segundo.
De entrante nos pusieron shusi que estaba bastante reseco, me imagino que por la antelación con que lo debían tener preparado(la foto es de uno que nos hizo mi hija, muy bueno por cierto).
que no tenía nada de especial (la foto es de un libro que tengo de cocina oriental, la que nos pusieron a nosotros llevaba una decima parte de tropezones de la que sale en la foto).
El segundo era a elegir entre salmón (es lo que se pidió mi marido, gambas (lo que me pedí yo), pollo, ternera o cerdo, que luego te hacían en la plancha, en la foto del principio se ve al cocinero preparando la guarnición que era la misma para todos los platos, arroz tres delicias.
Para los postres nos hicieron pasar a otra sala que decían que si tenía aire acondicionado pero creo que tampoco les funcionaba pues ¡tenían la puerta de la calle abierta!, el postre eran porciones cuadradas de bocaditos de varias tartas sin un sabor muy definido aparte de ser dulces, con un té y licor.
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