La segunda noche la teníamos reservada en el restaurante mejicano.
De entrante nos pusieron unos nachos con un par de salsas, una verde y otra roja, básicamente muy picantes. No parecían tener otra cualidad especial así que no profundizamos demasiado en la exploración
Yo me pedí una ensalada de aguacates, muy buena y refrescante (no picaba).
Roberto se pidió un cocktail de mariscos que resultó ser más bien de palitos de abadejo y gambas.
De segundo pedí un ceviche de pescado con arroz, pero para mi era muy picante, picaba tanto que no me lo pude comer.
A mi marido le pusieron un asado. Estaba tierno y bueno, pero demasiado hecho ya que alli suelen pasarlo todo demasiado.
De postre tomamos este pastel de tres leches, muy suave y delicioso, el bizcocho estaba bañado sin llegar a deshacerse y la crema no era nada empalagosa.
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