Por la coyuntura histórica, Alghero sigue siendo la ciudad más española (catalana), de Cerdeña, por haber formado parte de la corona de Aragón. En 1970, se imprimieron las señales de las calles en catalán e italiano.
Por el camino (se tardan de 2,30 a 3 horas en llegar), decidimos dejar la autopista y costear un poco, y así paramos en Bosa, una ciudad que nos sorprendió. Después de pasear y hacer algunas compras, hicimos un receso para tomar un expreso y un bollo, tipo coca de Valldemosa, pero rellenas de crema, esponjosísimas y muy jugosas, por el relleno.
Después continuamos por la carretera que costeaba, con unos paisajes de acantilados preciosos. Justo antes de entrar en El Alghero, paramos para hacer unas fotografías de la ciudad.
Además de los paisajes, encontramos, muchas florecillas silvestres, que no pudimos evitar el fotografiar.
Aunque el día estuvo amenazante, no empezó a chispear hasta después de comer, así que la visita posterior a la comida tuvo que ser bastante rápida. Nuestra idea era comer en alguno de los restaurantes recomendados por la guía que llevábamos,uno Al Tuguri o la Trattoria La Cuina , mirando fuera la carta, en el primero ya vimos que lo de comer la famosa langosta a la catalana (una especie de caldereta), no iba a ser posible, pues tenía que ser por encargo, y además fuera de temporada sería congelada, con lo cual decidimos resignarnos, fuimos al segundo por ver si había más suerte, pero ni siquiera la ofrecían en la carta, en la puerta nos abordaron una pareja que al oírnos hablar nos halaron de otro restaurante llamado las 3 Torres, en el que acababan de comer y a muy buen precio, nos indicaron, miramos la carta fuera y nos decidimos a entrar, pero como ya eran casi las 3 nos dijeron que no, así que nos fuimos al de al lado llamado Paco
(pensamos que sería de algún español, pero de español solo tenía la traducción de su nombre "Francesco"), como no nos pusieron pegas a que comiéramos, pues decidimos quedarnos.
Tenían la carta en italiano, inglés y castellano, pero la traducción al español era de google, con lo cual la carta era para troncharse.
Empezamos con los "arrancadores típicos" (entrantes): ensalada de pulpo y embutidos de la zona con aceitunas.
De segundo, debido a la mala traducción acabamos comiendo chuleta de cerdo, cuando pensábamos que estábamos pidiendo costillar, los que pidieron filete, si que fue filete, (por supuesto nada de langosta).
La última vuelta por la ciudad fue rápida, debido a que comenzó a llover.
La vuelta fue bastante tediosa debido a la lluvia y al mal estado de la autopista estatal que discurre de norte a sur.
Llegada a Cagliari lloviendo, con lo cual, paseo "cocheteando" y de ahí a cenar. Ese día si que estaba abierto el restaurante en el que queríamos cenar el primer día llamado "Ristorante Jannas", pequeño restaurante que combina cocina tradicional sarda y moderna, probamos los platos recomendados en la guía.
Otro de los entrantes, fue "Insalata de melanzzane", muy buenas de sabor las berenjenas fritas, pero la salsa era demasiado picante, por lo menos para la parte femenina del grupo.
Como plato fuerte, nos dejamos aconsejar por el dueño y probamos su especialidad, los tagliatelle con calamarcitos y vino cannonau. Estaban riquísimos, pero eran unos platos muy abundantes, sobre todo para la cena.
Además de los paisajes, encontramos, muchas florecillas silvestres, que no pudimos evitar el fotografiar.
Aunque el día estuvo amenazante, no empezó a chispear hasta después de comer, así que la visita posterior a la comida tuvo que ser bastante rápida. Nuestra idea era comer en alguno de los restaurantes recomendados por la guía que llevábamos,uno Al Tuguri o la Trattoria La Cuina , mirando fuera la carta, en el primero ya vimos que lo de comer la famosa langosta a la catalana (una especie de caldereta), no iba a ser posible, pues tenía que ser por encargo, y además fuera de temporada sería congelada, con lo cual decidimos resignarnos, fuimos al segundo por ver si había más suerte, pero ni siquiera la ofrecían en la carta, en la puerta nos abordaron una pareja que al oírnos hablar nos halaron de otro restaurante llamado las 3 Torres, en el que acababan de comer y a muy buen precio, nos indicaron, miramos la carta fuera y nos decidimos a entrar, pero como ya eran casi las 3 nos dijeron que no, así que nos fuimos al de al lado llamado Paco
(pensamos que sería de algún español, pero de español solo tenía la traducción de su nombre "Francesco"), como no nos pusieron pegas a que comiéramos, pues decidimos quedarnos.
Tenían la carta en italiano, inglés y castellano, pero la traducción al español era de google, con lo cual la carta era para troncharse.
Empezamos con los "arrancadores típicos" (entrantes): ensalada de pulpo y embutidos de la zona con aceitunas.
De segundo, debido a la mala traducción acabamos comiendo chuleta de cerdo, cuando pensábamos que estábamos pidiendo costillar, los que pidieron filete, si que fue filete, (por supuesto nada de langosta).
La última vuelta por la ciudad fue rápida, debido a que comenzó a llover.
La vuelta fue bastante tediosa debido a la lluvia y al mal estado de la autopista estatal que discurre de norte a sur.
Llegada a Cagliari lloviendo, con lo cual, paseo "cocheteando" y de ahí a cenar. Ese día si que estaba abierto el restaurante en el que queríamos cenar el primer día llamado "Ristorante Jannas", pequeño restaurante que combina cocina tradicional sarda y moderna, probamos los platos recomendados en la guía.
Uno de los entrantes que pedimos para compartir, fue este "Pesce a Scabecciu", esperábamos que fuera caldoso, pero era con salsa de tomate. Estaba demasiado frito, con lo cual estaba un poco seco.
Otro de los entrantes, fue "Insalata de melanzzane", muy buenas de sabor las berenjenas fritas, pero la salsa era demasiado picante, por lo menos para la parte femenina del grupo.
Como plato fuerte, nos dejamos aconsejar por el dueño y probamos su especialidad, los tagliatelle con calamarcitos y vino cannonau. Estaban riquísimos, pero eran unos platos muy abundantes, sobre todo para la cena.
Como postre para compartir, el dueño nos aconsejó que probáramos las "seadas" o "sebadas" unos buñuelos de pasta sutil, rellenos de queso fresco y bañados con miel.
Otro de los postres, que el dueño nos aconsejó que probáramos fue el tiramisu, que desde luego palideció al lado de las seadas.
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